Hace 10 años, una noche del 3 de septiembre de 1997, debutaba con la camiseta de Boca uno de los más grandes goleadores de la historia Xeneise, Martín Palermo. Idolatrado por el pueblo Bostero por representar tal vez como ningún otro jugador el sentimiento del hincha, ese sentimiento que hace distinto al hincha de Boca por sobre cualquier otro, la necesidad de saber que las cosas pueden salir mal, se puede perder, se puede empatar, pero jamás darse por vencido, saber que más allá del resultado final lo importante es haber dejado todo dentro de la cancha. Saber que se puede jugar mal, patear el pasto, pifiar un tiro abajo del arco, errarse un penal (o tres), perder una, dos, mil veces pero siempre volver a pedirla por que con el corazón se puede revertir cualquier adversidad. Es muy dificli tratar de definir a Martín, decir que es uno de los mejores cabeceadores del mundo (aunque suene exagerado es así, sino nombrenme a tres mejores que él) es quedarse corto cuando uno ve sus goles de chilena, de mitad de cancha, al ángulo, de penal (con las dos piernas!) etc, etc. Tremendo goleador que supo y pudo reponerse a duros golpes, dentro y fuera de la cancha de la única manera que lo sabe hacer, con goles y con esa sed de más y más gloria, sin miedo a nada, sabe que la pelota que mandó a la tribuna ahora, la clava en el ángulo la que viene, así es Martín Palermo, transformando el murmullo de la bombonera cuando no sale bien en un grito sagrado, el insulto y la cargada rival en un silencio de respeto, así es este goleador al que nunca des por acabado, por que cuando te quieras dar cuenta vas a estar gritando PALEEEEEERMO hasta gastar la garganta otra vez.Gracias por tantos gritos, por tanta alegría, por inspirar el nombre de mi hijo y por seguir gritando juntos, en la cancha, por tele o por radio GOL DE BOCA!!!
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